12:58 p.m.

Lizzie abrió lentamente sus ojos sintiéndolos hinchados y su nariz congestionada. Había pasado otra noche llorando a altas horas hasta quedarse dormida. Se giró sobre si misma y vio el reloj digital.

12:58 p.m.

'Perfecto' gruñó hacia si misma.

No le molestaba en absoluto levantarse tan tarde. Después de todo, dormir solo le hacia sentir que debía pasar un poco menos de tiempo despierta. Lo que le molestaba era la hora. Ese número.

Al ponerse sus anteojos, repasaba su habitación una y otra vez, esperando ver fotografías que ya eran inexistentes en su mundo. Cerró sus ojos y suspiró profundamente, intentando no preguntarse qué estaría haciendo Nigel en ese momento. Sintió una oleada de calor al pensar que debía estar en alguna misión, con sus entremetidos amigos que no permitían que ellos estuvieran juntos apropiadamente.

Seguro estaba en algún otro mundo, sin recuerdos de ella; sin extrañarla.

Al bajar torpemente las escaleras de su casa, escuchaba a su madre por teléfono hablar con la que creía que era su hermana, porque, a juzgar por la sonrisa de la señora Devine, solo podría ser ella, que llamaba para reportar su regreso de su luna de miel. Lo que menos le apetecía era hablar de parejas exitosas románticamente en ese momento.

¿Habían pasado ya tres semanas? Había perdido la noción del tiempo y sinceramente, no le interesaba recuperarlo. Había intentado mantenerse ocupada leyendo revistas, viendo aquellas comedias que tanto le hacían feliz e incluso caminaba largas horas por las calles evitando contacto visual con aquel árbol de aquella casa.

Todo había pasado muy lento, muy gris.

Varias veces se había encontrado a si misma sentada en su cama, con su teléfono en la mano, batallando en su cabeza por lo siguiente que debìa hacer. La última vez que intentó comunicarse con él, la llamada se había perdido en la línea de espera. Hace cuatro días. ¿Qué le hacía pensar que ésta vez seria diferente?

Ese mismo día, su hermana y su nuevo esposo visitaron la casa de sus padres con un sinfín de buenas historias románticas acerca de la luna de miel.

'Perfecto' gruñó de nuevo para sí mientras se dejaba caer al sillón a regañadientes. Cruzando los brazos, oyó sin interés todo lo que habían hecho y cuan felices eran. Le daba rabia escuchar cada palabra. ¡Ella tenia todo eso! Una persona amorosa, una posibilidad de viajar por el mundo, cariño sincero... Pero no suficiente interés para demostrarle que ella era la número uno.

Al saltarse la cena, se retiró a su cuarto, en donde se dejó caer en la cama para volver a buscar las fotos inexistentes. Las lágrimas querían volver a asomarse por sus ojos cuando de pronto, una luz azul brillante tocó varias veces en su ventana insistentemente.

Saltó de su cama y extrañada caminó lentamente hacia esta lucecilla. La luz insistía en el marco de la ventana hasta que ella la dejó entrar en su habitación.

Se escondió instintivamente tras su cama cuando un escáner rápido recorrió la habitación, entonces una voz proveniente de algún lado pronunció algo indescifrable antes de un largo 'Beep'. Entonces, volvió a escuchar su voz.

'Nigie?' Pronunció temblorosa.

'Saludos, Lizzie' era su voz y una pequeña imagen bastante fiel a lo que era

Número Uno '. Yo... Eh... No sé por donde empezar'

'Nigie, ¿dónde estás?' Se alarmó ella al notar que no llevaba sus particulares gafas y el ambiente se notaba diferente. Más lúgubre, tal vez.

'Se supone que no debemos hacer esto pero...' Se encogió de hombros con una sonrisa amable.

'¿Nigel?'

'He estado pensando mucho en tí---'

'Yo también, Nigie!' Se apresuró a decir. Fue cuando se dio cuenta que esa transmisión no era mas que un mensaje y no estaba hablando con el verdadero Nigel.

'No sé en cuanto tiempo te llegará esto, pero el tiempo no importa. Voy a seguir sintiendo lo mismo por tí durante algún tiempo. ¿Sabes? Yo... Yo te amo.'

El corazón de Lizzie saltó al escuchar cada una de las palabras de Uno hasta ese silencio incómodo que se materializó al final. Vio sobre sus gafas el rostro de Nigel tratando de figurar alguna otra frase, pero se veía casi incómodo. Al contemplarlo, Lizzie no dudó de la veracidad de las palabras, pero si del mensaje.

'Bueno...' Reanudó Nigel 'eso es todo. Si quieres también puedes mandarme un mensaje, solo oprime el H.O.L.O.D.E.C.K. y se enviará solo. Eh... Cuídate, chiquita.'

El H.O.L.O.D.E.C.K (Hologramas Operables Logran Obtener Diversas Estrategias Contra Kriminales) dejo de emitir esa luz y se rindió en el piso dejando ver un circulo del tamaño de una moneda con un pequeño botón azul en su centro.

Lizzie lo tomó en sus manos y no dudó un segundo en oprimir el botón. En seguida una luz amarilla nació del botón y se posó frente a Lizzie.

'¡Hola, Nigie!' Saludó con entusiasmo 'me encantó volver a oír tu voz, ¿sabes? tengo muchas cosas que contarte como-----'

Contempló la luz amarilla por un segundo y se dio cuenta de que todas aquellas cosas que habían pasado en los últimos días no quería contárselas. No tenía objeto. Vio sus pies y volvió a la luz amarilla. Tomó en el aire el H.O.L.O.D.E.C.K. haciendo que al instante éste dejara de emitir alguna luz y lo sostuvo en sus manos pensando las cosas que podría decirle, pero él seguro estaría demasiado ocupado para prestarle atención.

Caminó hacia su armario y tomó del fondo una caja de zapatos color rojo y amarillo. Al abrirla, todas las fotografías que buscaba con anterioridad se encontraban mirándola junto con el casco para novios y una sombrilla plegable del tamaño de un a llave. Metió el H.O.L.O.D.E.C.K. al lado de ésta y volvió a meter la caja en el armario para tener un último recuerdo de Nigel.